La biología ocupa, entre las ciencias, un lugar a la vez marginal y central. Marginal en cuanto que el mundo viviente no constituye más que una parte ínfima y muy «especial» del
universo conocido, de suerte que el estudio de los seres vivos no parece poder lograr jamás la revelación de unas leyes generales, aplicables fuera de la biosfera. Pero si la ambición última de la ciencia entera es fundamentalmente, como creo, dilucidar la relación del hombre con el Universo, entonces es justo reconocer a la biología un lugar central puesto que es, entre todas las disciplinas, la que intenta ir más directamente al centro de los problemas que se deben haber resuelto antes de poder proponer el de la «naturaleza humana», en unos términos que no sean metafísicos.
Así, la biología es, para el hombre, la más significativa de todas las ciencias; es la que ha contribuido ya, sin duda, más que ninguna otra, a la formación del pensamiento moderno, profundamente trastornado y definitivamente marcado en todos los terrenos: filosófico, religioso y político, por el advenimiento de la teoría de la evolución. Sin embargo, por segura que estuviese desde el fin del siglo xix de su validez fenomenológica, la teoría de la evolución, aunque dominando la biología entera, permanecía como suspendida mientras no se elaborara una teoría física de la herencia. La esperanza de conseguirla rápidamente parecía casi quimérica hace treinta años a pesar de los éxitos de la genética clásica. Sin embargo, es esto lo que hoy aporta la teoría molecular del código genético. Interpreto aquí la «teoría del código genético» en un sentido amplio, para incluir no solamente las nociones relativas a la estructura química del material hereditario y de la información de la que es portador, sino también los mecanismos moleculares de expresión, morfogenética y fisiológica de esta información. Definida así, la teoría del código genético constituye la base fundamental de la biología. Lo que no significa, desde luego, que las estructuras y funciones complejas de los organismos puedan ser deducidas de la teoría, ni siquiera que sean siempre analizables directamente a escala molecular. (No se puede predecir ni resolver toda la química con la ayuda de la teoría cuántica, que sin duda constituye, no obstante, la base universal.)
El azar y la necesidad – Jacques Monod
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